El trastorno límite de la personalidad (TLP) es un diagnóstico relativamente joven, pero también bastante popular hoy en día, y las personas que cumplen sus criterios acuden con frecuencia a las consultas de los psicoterapeutas y a las clínicas psiquiátricas. El TLP es un complejo conjunto de síntomas que hacen que la persona afectada se sienta infeliz, y las personas con TLP suelen experimentar frustración, ira y una sensación de impotencia; no pueden entender lo que ocurre y no saben cómo comportarse para evitar determinadas reacciones. El TLP es un grupo de trastornos que los profesionales de la salud mental sitúan entre la neurosis y la psicosis. Una persona con este diagnóstico suele funcionar mejor que un paciente con psicosis, pero peor que una persona con neurosis. Su vida suele ser caótica, desordenada, llena de comportamientos y situaciones de riesgo, de relaciones inestables y fugaces, de conocidos y de cambios turbulentos de estados de ánimo y emociones.

Características de una persona con diagnóstico de trastorno límite de la personalidad

Como cada persona es diferente, cada persona experimenta y se comporta de manera individual. Sin embargo, se pueden identificar algunas áreas recurrentes y dificultades comunes a este grupo de trastornos. Entre ellas se encuentran:

Dificultad para controlar las emociones y el comportamiento, impulsividad

Las personas diagnosticadas con TLP suelen ser incapaces de hacer frente a las intensas emociones que «bullen» en su interior. Suelen tener fuertes sentimientos de ira, rabia y odio. Sin embargo, no tienen las habilidades para tratarlos de forma adecuada y constructiva. No saben cómo enfrentarse a ellos si no es con un arrebato inmediato. En lugar de decir y hablar con calma sobre lo que sienten y piensan, suelen explotar de forma repentina e inesperada, reduciendo así la tensión que despiertan estas emociones. La reducción de su intensidad suele durar poco y luego vuelven a explotar. Estas reacciones pueden ser desagradables y difíciles para los que les rodean, especialmente sus seres queridos, que no entienden lo que está pasando y sienten que han hecho algo malo o que han sido agraviados injustamente. La tendencia a la explosividad también se asocia a un comportamiento impulsivo. Las formas imprudentes de reaccionar pueden provocar emociones difíciles de soportar, ligadas a muchos impulsos agresivos, que la persona expresará en forma de agresión directa contra sí misma (autoagresión) o contra alguien cercano. La agresión en relación con otras personas puede adoptar una forma de violencia física, pero lo más frecuente es que adopte la forma de agresión verbal: insultos, apodos, humillaciones. Por lo general, no surge de un deseo consciente de herir a la otra persona, sino de la frustración y la incapacidad de expresar las propias emociones de forma adecuada.

Puede ser que una persona con TLP reaccione con una impulsividad excesiva y sobrecontrolada más que con impulsividad. Suelen ser personas educadas e inteligentes que se preocupan por su imagen pública. Sin embargo, las emociones reprimidas e inhibidas, después de algún tiempo, al alcanzar el punto máximo de su capacidad de ser reprimidas, pueden explotar con mayor fuerza, sorprendiendo a su entorno.

Cambios de humor, miedo al rechazo y dificultades en las relaciones interpersonales

Una característica común de las personas con TLP son sus cambios emocionales. En un corto periodo de tiempo, pueden estar contentos, enfadados, tristes y experimentar otras emociones entre las que se equilibran fácilmente. Suelen percibir el mundo en blanco y negro (o-o) y también tienden a experimentar emociones extremas e intensas (amor u odio). A veces basta con un pequeño detalle, un gesto, una palabra, para que la imagen que tienen de un ser querido cambie de amado a lo peor del mundo. Esta incoherencia y los extremos hacen que su vida sea difícil de entender (ellos mismos no suelen entenderla) y de soportar tanto de ellos como de su entorno. También provoca muchos conflictos, lo que a su vez exacerba la sensación de emociones desagradables que requieren una liberación impulsiva.

La mayoría de las personas con trastorno límite de la personalidad tienen miedo de estar solas, de ser abandonadas, de no tener a nadie con ellas cuando las necesitan. Tienen miedo de ser abandonados, pero al mismo tiempo tienen miedo de estar cerca. La proximidad es una amenaza. Anticipando el hecho de que pueden quedarse solos, prefieren dejar o romper la relación primero. Esto está relacionado, entre otras cosas, con la dificultad de establecer límites individuales y personales. Por miedo a perderse, se distancian. Por ello, nadie cercano a ellos les herirá u ofenderá tanto que sientan que no pueden soportarlo. El aislamiento, sin embargo, no da una sensación de seguridad, de cuidado, no permite la satisfacción de las necesidades. De ahí el deseo del extremo opuesto: una cercanía excesiva, una relación fuerte, para, entre otras cosas, no estar solo. Esta cercanía, sin embargo, después de un tiempo «asfixia» tanto a la persona con TLP como a la pareja causando frustración mutua. La frustración, a su vez, intensifica las emociones experimentadas y la necesidad de separarse, por ejemplo, destruyendo la relación. En la experiencia de las personas con TLP no suele haber término medio, no hay compromiso, no hay término medio. O aman u odian. El equilibrio entre la entrada y la salida de las relaciones provoca una serie de dificultades interpersonales. Las relaciones que entablan suelen ser incomprensibles y difíciles de soportar para ambos miembros de la pareja. A menudo es posible sentirse alternativamente en buen contacto, en una gran relación con dicha persona, o en otras ocasiones sin contacto e incluso con rechazo. Esto no es resultado de ser «malo» o malicioso, sino de graves dificultades personales.

Conductas de riesgo, autolesiones e intentos de suicidio

La fuerza de las emociones y la impulsividad suelen hacer que las personas con trastorno límite de la personalidad tengan comportamientos de riesgo, que a veces ponen en peligro su salud y/o su vida. Pueden mantener relaciones sexuales ocasionales, gastar dinero en exceso, comer demasiado sin controlar la cantidad de alimentos que ingieren, conducir de forma temeraria, apostar o consumir sustancias psicoactivas. También pueden practicar deportes de alto riesgo. También es habitual que dirijan su agresividad hacia ellos mismos en forma de mutilaciones corporales e intentos de suicidio. A veces, una persona con TLP trata de mantener a su pareja cerca amenazando con un intento de suicidio, lo que a su vez desencadena el miedo en la pareja a que su marcha suponga la muerte. Se trata de una forma manipuladora vinculada, entre otras cosas, a un fuerte miedo al abandono. La automutilación y los intentos de suicidio se ven favorecidos por la depresión, la baja autoestima y el sentimiento de inutilidad.

Trastornos de identidad y descompensación psicótica

Las personas con trastorno límite de la personalidad que están perturbadas a un nivel más profundo pueden tener períodos similares a la psicosis. Se trata de la posibilidad de emitir delirios, o de oír voces, pero se trata de una condición de corta duración y su intensidad es menor que en personas con, por ejemplo, esquizofrenia. Si estos síntomas aparecen en estas personas, suelen durar de unos minutos a unos días como máximo. También son parcialmente críticos con lo que ven u oyen (o piensan) y admiten la posibilidad de que sea irreal, a diferencia de las personas con psicosis.

El trastorno límite de la personalidad también se caracteriza por las dificultades para definir la propia persona: quién es, qué siente realmente, qué piensa. También hay una sensación de no estar en el propio cuerpo, de estar sobre sus propios pies, y una sensación de que el tiempo se desdibuja. La persona puede tener una autoestima exagerada o subestimada. Espera un trato especial y un derecho o se siente inútil y vacío. Esta zona también tiende a equilibrarse entre los dos extremos. Muchas personas son muy sensibles a la desaprobación, la crítica y la falta de atención, y reaccionan con ira, desprecio u odio a sí mismas.

El TLP es un trastorno difícil de tratar, incomprendido y que causa muchos problemas y molestias a la propia persona, así como a sus seres queridos y a los que le rodean. Sin embargo, no se debe a la maldad o a los malos rasgos de carácter. Muchas de estas personas son inteligentes, alegres, felices, ocultan sus problemas, tienen dificultades en diversas áreas de su funcionamiento. Es posible tratar de cambiar esto, así como lidiar con las emociones, entrar en relaciones y la capacidad de permanecer en ellas. Sin embargo, requiere una terapia especializada más larga, motivación personal y la ayuda amable de los seres queridos.

Autor del artículo: Joanna Krawczyk

Fuente: Instituto de Psicología de la Salud